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Exposición «Las Marinas de Arrieta»
En torno a Marina
La ópera Marina es, junto a Don Juan Tenorio, La Gran Vía o Juan José, uno de los productos teatrales que más genuinamente definen el siglo XIX español. Sin ella, ese siglo no sería el mismo o, mejor dicho, la imagen que se ha proyectado de él no la percibiríamos de la misma manera. Marina es así, sin el apellido de sus creadores, uno de los reversos musicales (encantadoramente «cursi») de esa moneda que fue el realismo español; su cacareado italianismo penetra hasta la médula de la tradición cultural hispana de tal manera que todavía hoy —no tenemos la menor duda— habrá quien se emocione con aquello de:
«No sabes tú que yo tenía la vida enferma de tanto amar, y desde el fondo del alma mía mi amor gritaba: ¡matar! ¡matar!»
Ripios aparte, no dejaremos de recordar que lo mejor de la ópera Marina se encontraba, precisamente, en su primera versión, como zarzuela: el cuarteto, el preludio de trompa, el brindis, las seguidillas, el terceto citado, la habanera final… por ello, en la pequeña exposición que presentamos queremos, de algún modo, reivindicar la originalidad de la zarzuela Marina. Aquella obra estrenada en el Teatro del Circo en 1855 (contemporánea a Los diamantes de la corona o El estreno de una artista) no era, de ninguna manera, una obra cursi. Hoy podríamos comparar esta idea de la Marina zarzuelística con un título semiserio como La sonnambula de Bellini, poniendo en valor, precisamente, lo que la versión grandilocuentemente operística se encargó de desdibujar: su melodismo candoroso, la sabrosísima gracia de los números populares, la factura impecable de los conjuntos, etc.
Pero el mito de Marina estaba por construirse, y debemos esperar a 1871 para que en el Teatro Nacional de la Ópera —así se llamaba el Teatro Real desde la revolución de 1868— se estrenase la ópera cuyo libreto Ramos Carrión refundiría a partir del original zarzuelístico de Camprodón. Arrieta eliminó algunos números musicales de la obra de 1855 y añadió otros nuevos (entre los que no dejaremos de destacar el «Yo, tosco y rudo trabajador»). A pesar de que la ópera obtuvo un señalado éxito, a los pocos días del estreno el compositor decidió modificar el final, añadiendo un aria para la tiple y recolocando la habanera en el lugar que hoy conocemos. El original dúo de Marina y Roque y la sardana, ambos en el segundo acto, fueron eliminados aunque se llegaron a imprimir en los arreglos que se comercializaron rápidamente para canto y piano. Así las cosas, en estas funciones de Marina vamos a escuchar la ópera tal y como la pudo disfrutar el rey Amadeo I o las entrometidas damas de Pequeñeces en el Teatro Real de 1871. Eso sí, permitamos que la tiple ligera se luzca con el final añadido por Arrieta.
¿Zarzuela u ópera? ¿Ópera española y a la vez sarsuela catalana? ¿De Camprodón o de Ramos Carrión? ¿Del Teatro del Circo o del Teatro Real…? Con nuestra exposición homenajeamos y ofrecemos distintas imágenes de una obra, como vemos, de múltiples reflejos. Marina es un título sin género y hoy casi sin autores; la «gran ópera española» que hizo feliz a generaciones de españoles en el borde de ese despeñadero zambraniano que fue la Restauración. Hoy, en pleno siglo XXI, nos encontramos junto a un nuevo y extraño despeñadero en el que Marina (las Marinas de Arrieta), si queremos, puede volver a emocionarnos. Todo es cuestión de dejarnos encandilar por ese «mentido paraíso» que canta el tenor en el primer acto… y disfrutar.
Enrique Mejías García
Centro de Documentación y Archivo de SGAE
Fechas y Horarios
Del 15 de marzo al 21 de abril de 2013
Ambigú del Teatro de la Zarzuela
Horario: el de las representaciones de Marina